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Más pequeño, más veloz, más obsoleto

Ordenadores obsoletos. Foto tomada de Internet.

El mundo avanza hacia lo diminuto y lo instantáneo. El proceso ocurre en algunos lugares más rápido que en otros y en algunas tecnologías primero que en otras. Allá en mi pueblo el debut de lo inmediato lo marcó el refresco en polvo, como precedente temprano del huevo deshidratado, pero en otras partes la cosa camina a pasos de gigantes y lo que antes se hacía con mucho, ahora se supera con menos.

Miren ustedes las computadoras o la telefonía, los primeros ejemplares necesitaban todo un salón, en el caso de los ordenadores y un cable con su respectiva mesita, la vieja de la recepción y hasta un candado para los teléfonos, hoy los artilugios informáticos son mucho más pequeños y manuables, en tanto el otro aparatico poco a poco se hace más ligero, más delgado y más portable.

Todos los días sale una noticia diferente que anuncia, este o aquel componente electrónico que augura más velocidad en los procesadores de datos, menos grosor en las pantallas y muchas utilidades novedosas que tal vez no sospechemos hoy. La cosa pinta por arriba de la ciencia ficción y con tremenda facilidad se considera obsoleto un aditamento de estos que acá hemos mencionado, aunque solo acumule un par de años de uso.

Son cosas del mercado consumista que se apodera del mundo, creo que se llama obsolescencia programada, que encierra la increíble idea de que el fabricante de algo es a su vez el promotor de que su producto se rompa, en un tiempo menor del que los usuarios quisieran. Quién le iba decir eso a los inventores de la antigüedad, usted se imagina después de tanto trabajo inventando el arco y la flecha, para luego “crear” la manera de que se quebrara la cuerda o se partiera la punta.

Dicen que todo comenzó con las bombillas que amenazaban con ser demasiado duraderas para el gusto de los señores que las vendían, así que le metieron mano a la trampa y les rebajaron la calidad a los filamentos. Después el asuntico abarcó a todo lo demás y comenzó la época   del tira – tira y el compra – compra, claro que esto no es cosa de todo el mundo; porque lo que es aquí, en Cuba, la técnica de marras pierde sus efectos.

Nosotros le pasamos por arriba a la obsolescencia y de paso se le fastidia la programación. Si la lavadora es para dos años, le agregamos tres piezas de guagua Girón, una correa de Lada, cuatro remaches de locomotora rusa y el equipito está lavando hasta que la ropa se decolore. Si el auto comienza a dar bateos porque se está pasando de moda, aparece Chicho LA BUJÍA o Armandito ZAPATILLA y del carro original solo te queda el nombre, pues te arman un híbrido que le hace la boca agua a los japoneses.

Es descomunal la cantidad de cosas que el consumismo desenfrenado del capitalismo convierte en basura, hace un tiempo pude leer un informe de la ONU donde decía que 41.8 millones de toneladas de chatarra electrónica van a parar al vertedero en solo un año. De acuerdo con el reporte, realizado por la Universidad de la Naciones Unidas, esta cantidad es equivalente a 1.15 millones de camiones pesados, formando una fila de 23 mil kilómetros de largo.

La lista de los contaminantes es selecta y occidental y al final se dice algo que refleja la desigualdad del mundo en que vivimos:  la región con la menor cantidad de basura tecnológica por habitante es África, justamente el continente que aporta la mayor y más preciosa  materia prima para las nuevas tecnologías.

Yo creo que es mejor que sigamos con nuestra creatividad y espíritu de reciclaje, porque con el trabajo que nos cuesta empatarnos con algún que otro celular, imagínese usted que nos diera por tirarlos a la basura.

(Tomado del blog La Biclicleta)