- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Chucho Valdés recuerda historia de Irakere en su 45 aniversario

El pianista cubano Chucho Valdés besa el Grammy que recibió debido a su rol estelar en un disco de tributo a la legendaria agrupación Irakere. Foto: AP.

Irakere conmemora sus 45 años de música, aunque el grupo ya no está en activo, su director Chucho Valdés, al igual que muchos de los integrantes de la banda, continúa el concepto tradicional de los inicios en la fusión de lo afrocubano dentro de la línea iniciada del latin jazz (cubano) por el genio de Mario Bauza junto a la orquesta Machito y Los Afrocubanos.

Conversando en varios momentos con Chucho Valdés, en espera de esta conmemoración de los 45 de Irakere, expongo los momentos decisivos de Irakere en su gran momento de la música cubana.

Chucho, hablemos del debut de Irakere...

El debut, con exactitud fue el 25 de abril de 1973, en el Stadium de Santiago de Cuba (después de una serie de gestiones administrativas).

Hablemos de sus integrantes, ¿era un All Stars, un Todos Estrellas de la época?

Casi todos los músicos salieron de un proyecto anterior, la Orquesta Cubana de Música Moderna (1967) organizada y dirigida por Armando Romeu, preparada con el fin de agrupar los mejores músicos, como lo fue, en otros tiempos, las orquesta Bellamar y Casino de la Playa.

¿Hablemos de los instrumentistas?

Todos los instrumentistas, que han tomado caminos diferentes, han demostrado que son verdaderos colosos de la música, algunos catalogados de celebridades, otros, por ejemplo José Luis Cortés, hicieron su propio proyecto como NG La Banda, con los metales de Irakere, pero con una música más enriquecida basada en el son, la guaracha, el mambo, la rumba y las sonoridades de su tiempos (década del 90). De José Luis Cortés, ya he dicho que cuando se habla de Arsenio Rodríguez, Benny Moré o Ignacio Piñeiro, hay que situar en ese Hall de la Fama a José Luis Cortés. Su obra está ahí para estudiar, como la de Irakere.

¿El concepto musical de Irakere?

Estudiamos los tambores relegados, en aquellos días, como los batá, arará, yuka. Fuimos a ver las misas originales yoruba, heredadas de la esclavitud y los incorporamos a la música popular bailable y al jazz. La diferencia en el mundo musical fue la potencia afrocubana, una música invencible, de fundamento.

¿Momentos memorables de Irakere?

Irakere comenzó a consolidarse cuando tocamos la Misa negra en el Festival de Jazz de Polonia en 1970, ante uno de mis ídolos musicales: Dave Brubeck (1920 - 2012) estadounidense, pianista y compositor de jazz, uno de los principales representantes en su línea principal (West Coast jazz) y uno de los músicos de jazz más populares entre los no aficionados. Lideró en los cincuenta el Dave Brubeck Quartet, que alcanzó un gran éxito. Oscilaba entre lo refinado y lo exuberante, reflejando influencias de la música clásica y atreviéndose con la improvisación.

El gran músico reconoció lo novedoso que mostraba Irakere en sus interpretaciones y nos hizo comprender que estábamos en el camino correcto. Este amigo se encargó de difundirnos en Los Ángeles y eso nos situó en el ranking internacional entre los cinco mejores, por encima de Chick Corea. Después vino el despegue, nos invitaron a las “Grandes Ligas” de la música jazzística, al Festival de Newport en 1978, el Carnegie Hall, el Montreux de Suiza. La CBS editó un álbum de cinco temas nuestros: Juana 1600, Iya, Adagio de Mozart, Aguanile y la versión en vivo de Misa negra. Entonces  viene lo que tenía que venir: el Premio Grammy,  a la Mejor Grabación de Música Latina en EE.UU., con el disco Irakere (Columbia 35655/ CBSINC. Nueva York).

¿Hablemos de la Misa Negra?

La Misa… es como un himno de Irakere, fue una inspiración mezclada con un estudio profundo, esa obra abrió el camino de la llamada “fusión” del jazz con lo africano. Toco el  piano como un tambor, ritmático, con armonías jazzísticas y clásicas. En el mundo del jazz se habla de la salsa y el latin jazz, antes y después de Irakere. Sin embargo, muchos “sabios” de la música en Cuba no nos entendieron, la consideraron extensa (17,36 minutos), y no asimilaban esa mezcla de jazz con tambores; pero yo estaba perfectamente seguro de que triunfaríamos.

Vamos a recordar otro de los hitos de Irakere, el concierto con Leo Brouwer, en el que tuve la posibilidad de publicar en el gran momento de despegue, de El Caimán Barbudo (noviembre, 1978). Recuerdo que Jorge Luis Prats declaró a este medio que “el concierto fue trascendental por su logro artístico”.

Leo Brouwer y yo habíamos trabajado juntos desde 1963 en el Teatro Musical de La Habana, con el mexicano Alfonso Arau. Decidimos hacer un concierto que catalogaban “Culto-popular”, aunque todo lo popular es culto; pero lo que hicimos fue combinar la guitarra concertante de Leo Brouwer con la rímica de Irakere. Interpretamos temas de Los Beatles, el Adagio de Mozart con el clarinete fabuloso de Paquito D´Rivera, Ernesto Lecuona (La comparsa), Abelardito Valdés (danzón Almendra) y obras mías, como la Misa negra, Aguanile, Bacalao con pan, Juana 1600. Leo Brouwer, interpretó una versión del Concierto de Aranjuez, del compositor español Joaquín Rodrigo, además de los Preludios, del compositor brasileño Heitor Villa Lobos. Fue un suceso que quedó grabado por el ICAIC.

¿Qué te aporta tu padre Bebo Valdés?

Mi padre fue uno de los más grandes músicos de Cuba: Pianista de la gran orquesta del cabaret Tropicana, director de la orquesta Sabor de Cuba, creador del ritmo Batanga (1952) y también iniciador de la primera descarga cubana Con poco coco (1952), orquestador de la firma GEMA. Un genio musical de la interpretación pianística, de la composición y de la orquestación y dirección de orquesta. Fue el primero en utilizar los tambores batá en la orquesta de jazz band en Cuba. En Tropicana, por mediación de mi papá, vi lo mejor del folklore afro, de los percusionistas. Vi los grandes jazzistas venidos a Cuba en los 50. Todo eso es parte de mi formación, sin contar lo que cada uno trae dentro.

Nominaciones y premios Grammy de Irakere

(Tomado de La Jiribilla)