La petición de disculpa por los efectos perniciosos de la conquista hecha a España por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha abierto un debate cuyos parámetros y límites son difíciles de definir. ¿Para qué sirve un perdón? Su sentido más obvio es el moral: enmendar, así sea parcialmente, un daño anterior. (Fuente: El País).
Guillermo TellPese a lo digno y legítimo de este pedido, no deja de molestar las
reacciones en la antigua metrópoli colonialista de donde partieron las huestes invasores al mando de Hernán Cortés, preámbulo de una Conquista que tanto agravio y sufrimiento causó a los pueblos originarios.
Bien pronto abundaron los titulares de que “cayó mal en España” en prensa de derecha, y las mismas reacciones de partidos afines y hasta del gobernante, con una mezcla de reminiscente soberbia, habitual postureo y cálculo electoral con las urnas en fecha próxima.
Apenas el líder del partido Podemos recuperó algo de la noble esencia española de la que injerimos, al reconocer que López Obrador tiene mucha razón en exigirle al Rey que pida perdón por los abusos en la “Conquista”.
¿Será tan difícil un gesto simbólico de enmienda moral que coloque los hechos históricos en su justo lugar para que nunca más se repitan?
Contrariados argumentan que lo que hicieron españoles hace 500 años no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas. Sin embargo La Voz de Galicia acaba de publicar un reclamo de perdón a los países escandinavos por tropelías cometidos por invasores vikingos de los siglos IX al XI.