Los asesinatos de líderes sociales se disparan en Colombia desde la firma de paz con las FARC. La Defensoría del Pueblo contabiliza en el país 311 asesinatos entre enero del 2016 y el 30 junio de 2018. Es un goteo incesante. Cada semana matan a dos líderes sociales de media y varios más reciben amenazas. (Fuente: El Mundo)
Guillermo Tell
Foto: Rtve.
Escalofriantes estadísticas de otra guerra que frustra las expectativas de paz alentadas hace dos años y esta vez visiblemente selectiva para silenciar voces y desaparecer a quienes representan a los más genuinos sectores e intereses populares de la sociedad.
Diferentes ONG denuncian un renacimiento del paramilitarismo, mientras la Policía Nacional, la Fiscalía General y la Defensoría del Pueblo, consideran que cada atentado responde a motivaciones distintas. Pero todas ellas se expresan interrelacionadas entre si integrando el peculiar tejido conflictivo del país.
Según esas fuentes, en buena parte de las áreas donde suceden los crímenes existen cultivos de coca, minería ilegal de oro, reclamantes de tierras, corrupción y precaria presencia estatal o la encarnizada lucha por ocupar el espacio de las FARC. Y por supuesto allí matan o amenazan a líderes comunales que promueven la sustitución de cultivos ilícitos, se oponen a devastar la Naturaleza, y denuncia la corrupción de políticos locales.
Así se manifiesta con todas las crudas pintas de una guerra social no declarada.