La guerra es un asunto deleznable, pero cuando la juntas con el abuso institucionalizado de menores, esa palabra se queda corta. Más aún cuando tus aliados, los Estados Unidos y la OTAN, saben que eso sucede e instruyen a sus tropas para que no hablen de ello y, si lo hacen, se exponen al ostracismo profesional para que abandonen sus carreras militares. (Fuente: El Mundo)
Guillermo Tell
De lo que se trata, y abundante información se tiene en contraste con la falta de medidas pertinentes para prohibirlo, consiste en lo que en este país asiático intervenido desde 2001 se conoce como bacha bazi, niños bailarines- un eufemismo para decir niños esclavos prostitutos a quienes visten como hembras- al servicio del ejército y la policía afganos.
En 2016 un periodista de la agencia francesa AFP recogió más que suficientes testimonios directos, pero pronto el diario The New York Times se apresuró en aclarar que la doctrina del ejército de Estados Unidos y la OTAN sigue siendo la misma: "las alegaciones sobre el abuso de menores por parte del ejército afgano o
sus aliados son un asunto que debe ser perseguido por la ley criminal doméstica, por lo que el personal militar no está obligado a reportarlo".
Ahora el colega referido inquiere con inquietud sobre lo que ocurrirá dentro de poco cuando llegue a Afganistán un aumentado contingente de Estados Unidos y la OTAN haga efectivo el anuncio de incorporar tres mil soldados más a los actuales 13 mil en el territorio, si ya algunos de sus aforados han sacrificado sus carreras castrenses por atreverse a denunciar semejantes crímenes pedófilos.