“La campaña electoral ha hecho daño a la reputación internacional de Estados Unidos” y una eventual administración Clinton tendría que trabajar duramente en una especie de reconstrucción de la confianza en el liderazgo estadounidense, según el ex portavoz del Departamento de Estado, Philip J. Crowley (Fuente: El País)
Guillermo Tell
Hillary Clinton.
Crítico y dimitente del cargo hace unos años por el trato dado a Chelsea Manning, el soldado que filtró cables diplomáticos a WikiLeaks, y conocedor de los entresijos del poder en Washington, opinó en entrevista a la prensa sobre la negativa imagen que deja la inescrupulosa puja por el poder de los dos partidos contendientes, a horas del desenlace de los votos.
En su análisis pone énfasis en la polémica en torno a los mensajes electrónicos de Hillary mientras ocupaba la secretaría de Estado, y en los virulentos ataques de Donald Trump a inmigrantes y los planes de construir muros en las fronteras con México.
Pero si de reputación y reconstrucción de la confianza se trata, el ahora profesor de la Universidad de Washington se queda corto, puesto que más allá del encrespado y sucio espectáculo electoral, que hasta la fecha ha costado unos dos mil 651 millones de dólares, lo que tiene que cambiar es la abusiva pretensión hegemónica en el mundo, con sus canallas intervenciones extraterritoriales.
A guisa de ejemplo, imposible de soslayar, la propia Hillary, con aquello de “vine, vi y murió” en alusión al asesinato de Gadar Gadafi en Libia, fue la más furibunda injerencista militar en este país petrolero norafricano, hoy desarticulado, fragmentado y en zozobra.
Que importa lo que arrojen los colegios electorales, la falta de reputación parte de un trasfondo sistémico plasmado en un abrumador historial de acciones punitivas.