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Pichón colonial

Albert Rivera ha impartido este martes en la Asamblea Nacional de Caracas, de mayoría opositora, uno de los discursos más exóticos de su carrera política, trasladando hasta Venezuela la precampaña española y todavía impresionado por lo visto desde su llegada (Fuente El Mundo).
Guillermo Tell
Albert Rivera, líder de ciudadanos. Foto: La Voz Libre.

Albert Rivera, líder de Ciudadanos. Foto: La Voz Libre.

Cobijado por la furiosa oposición venezolana desestabilizadora, este emergente líder de Ciudadanos, la neoderechista formación que pasa por “light”, se dio en el parlamento un baño de coincidencia partidista, arremetiendo abiertamente contra el gobierno elegido, en un despliegue de franco lenguaje injerencista, con que dictó pautas a seguir como en los remotos tiempos de la metrópoli colonial.

“Descubrió” las conocidas colas en los mercados, pero ni una palabra sobre causas como la guerra económica desatada contra Venezuela, el desplome del precio mundial del petróleo, la principal fuente del país, ni tampoco de los efectos del fenómeno climatológico de El Niño que configuran la actual crisis. Y cuando se refirió al diálogo, tomó abierta filiación junto a sus afines anfitriones y la obsesión por revocar al mandatario electo. Y de los presos cuya excarcelación reclama como parte de una campaña orquestada, obvió mencionar las causas de justicia abiertas por instigación a la violencia que causaron muertes.

Por si no fuera bastante convirtió el escenario de Venezuela en terreno de precampaña electoral con vista al 26 de junio, enfilando contra el partido Podemos, cuyo ascenso verificable inquieta a la derecha, y como si fuera recriminable respetar el derecho de los venezolanos a resolver sus problemas soberanamente, sin interferencia foránea, o en última instancia haber reconocido con simpatía lo que significó el liderazgo de Hugo Chàvez en la prosperidad y una mayor justicia social en el país sudamericano.