El gobierno de Juan Manuel Santos intenta imponer un acuerdo de paz que favorece a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pero no ofrece seguridad al pueblo y, a la larga, generaría más violencia, advirtió el viernes en Miami el ex presidente Álvaro Uribe (Fuente: El Nuevo Herald).
Guillermo Tell
Álvaro Uribe. Foto: Archivo.
Ningún sitio tan apropiado ni caja de resonancia mediática más afín como el líbelo de referencia para arremeter y denostar contra el único hasta ahora proceso de negociación pacificadora que ha logrado abrir una esperanzadora perspectiva para los colombianos de dejar atrás décadas de violencia política y social. Mediante complejos y pacientes diálogos, el que sus protagonistas pusieron voluntad, han avanzado hacia el encuentro de una sentida aspiración popular de paz, recibida con el diáfano apoyo de la comunidad internacional.
En cambio, el conspicuo expresidente, hoy blanco de graves acusaciones dentro de su país, y quien siempre apostó por un imposible desenlace militar, promoviendo la continuidad y el recrudecimiento de la guerra, ha vuelto a dirigir sus dardos contra el acuerdo suscrito en septiembre pasado en La Habana entre las partes del conflicto, dolido ante la verdad incontestable de la legitimación de la organización guerrillera FARC-EP como “un actor político” en la vida nacional.
Furibundo detractor de una civilizada y constructiva mesa de negociaciones centra sus ataques en los compromisos de justicia alcanzados, obviando en su discurso que el conflicto en Colombia ha dejado más de 200 mil muertos y 7 millones de desplazados por los enfrentamientos entre la guerrilla, los grupos paramilitares y las fuerzas armadas.
Ante un auditorio miamense proclive tampoco desaprovechó para atacar al gobierno de Venezuela y ofrecer una canallesca interpretación sesgada de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, en una pieza oratoria propia de un guerrerista resentido.