Ahora, la congresista cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen (R-FL) y el presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, Bob Goodlatte (R-VA) quieren saber todos los detalles de la inseminación artificial de la esposa de uno de los cubanos liberados gracias al acuerdo anunciado el 17 de diciembre. (Fuente: El Nuevo Herald).
Guillermo Tell
La congresista republicana de Florida Ileana Ros Lehtinen mientras asistía al discurso del Presidente Obama sobre el Estado de la Unión. La cámara la tomó cuando este hablaba de Cuba.
No se vayan a pensar los lectores que a la loba feroz y a su nuevo compinche congresista anticubano se le haya despertado una súbita e iluminadora curiosidad por los avances de la ciencia, lo que podría parecer por todos los detalles que solicitó en una comparecencia en el capitolio.
Quisieron saber hasta como se extrajo la muestra necesaria, se transportó y se realizó el procedimiento fecundador, lo cual resultaba ocioso ya que The New York Times dio prolija cuenta de todo esto en su momento.
De lo que se trata en realidad es de dar rienda suelta a la insana frustración que le produce el que no se siga infligiendo un castigo injusto y excesivo a Gerardo Hernández, por motivos exclusivamente políticos y cargado de un odio perverso hacia todo revolucionario cubano por demás un combatiente antiterrorista en las entrañas del monstruo.
Ellos cuestionan la legalidad de un acuerdo que precisamente puso fin a una prolongada ilegalidad contumaz de las que fueron cómplices al contribuir con su gritería histérica un proceso ya de por sí amañado en Miami.
Los reclamos tienen ribetes ridículos aparte de que en lo esencial refleja una total carencia de sensibilidad humana hacia el derecho a la justicia, a la maternidad y la reproducción de la vida.