Dos periodistas ecuatorianos deberán pagar un millón de dólares cada uno por causar daño moral al presidente Rafael Correa por una información publicada en un libro, en la primera vez que se da una condena de ese tipo en el país sudamericano que está inmerso en un espinoso debate sobre una ley de comunicación. (Fuente: agencia Reuters)
Guillermo TellPuede que el monto de la sentencia provoque polémica, pero parece fuera de discusión que la difamación premeditada y comprobada, una de las más graves violaciones de la ética periodística en cualquier rincón del mundo, tal como se manifestaron los hechos juzgados, tiene que comportar consecuencias morales y hasta legales. ¿De qué otra manera detener la impunidad pública para mentir y enlodar sin fundamento? ¿O poner barreras al abuso con los medios de comunicación?
Todos los días uno se formula preguntas parecidas ante el aluvión de distorsiones que desatan las poderosas transnacionales de la desinformación, y sus imitadores locales, bajo la tónica de la sinuosa Sociedad Interamericana de (propietarios) Prensa, cuando arremeten contra procesos revolucionarios, gobiernos, dirigentes y figuras políticas intelectuales de signos contra hegemónicos.
Sería malicioso o cuanto menos superficial interpretar lo acontecido como un acto de censura a la tan llevada y traída "libertad de prensa". Me atengo al preciso dictamen de la jueza que se ocupó del caso: si bien los funcionarios públicos están sometidos a la crítica, "algunas personas no comprenden que, de criticar a emitir agravios hirientes hay el trecho que va de la democracia a la delincuencia" "Faltó comprobación y pluralidad en la información (...) Los demandados invaden el umbral de lo ilícito". a la vez que atentan contra la dignidad de las personas atacadas.