Muchos lo ven como una batalla entre David y Goliat. Esta semana comienzan en París las audiencias del proceso iniciado por Philip Morris International (PMI) -una de las mayores tabacaleras del mundo- contra Uruguay, uno de los países más pequeños de América Latina. (Fuente: BBC Cono Sur)
Guillermo Tell
Semejante demanda, hasta ahora inédita, sigue la lógica más ultra liberal de los tiempos. Esto es, que las transnacionales mandan y los países pequeños obedecen, son entidades extraterritoriales guiadas sólo por el afán desmedido de obtener ganancias, sin detenerse para nada en escrúpulos sociales y humanos.
Pero resulta que el Estado uruguayo, con una conducta responsable hacia la salud de la población, se ha empeñado en reducir el número de fumadores de cigarrillos, mediante restricciones de consumo en determinadas áreas públicas y la obligación de que los envases de esos productos lleven advertencias sobre el riesgo de fumar, en consonancia con un convenio marco de la ONU sobre control del tabaco.
Para el cardiólogo Eduardo Bianco, presidente del Centro de Investigación para la Epidemia del Tabaquismo (CIET), quien ha constado un sustancial descenso de fumadores, de un 32 a un 25%, sobre todo jóvenes y adolescentes, en los dos últimos años, cree que lo que busca la poderosa empresa es amedrentar a un pequeño país para asustar a otras naciones. "Si Philip Morris quebrara a Uruguay sería un mensaje muy claro para el resto de los países, en especial los no desarrollados, que no se les ocurra meterse en este juego", afirmó.
Esa es la lógica despiadada y transparente de las transnacionales.