Mientras se resuelven, o no, los pormenores sobre la manera cómo murió Osama bin Laden, la maquinaria de Hollywood ya está en marcha para producir "la película" sobre la vida y muerte del líder de al-Qaeda. (Fuente: BBC Mundo)
Guillermo Tell
Consumado el asesinato de Bin Laden, y cuando todavía no cesa la algarabía mediática de las distintas versiones ofrecidas por Estados Unidos, contradictorias entre sí, y sobre todo con visibles huecos que provocan demasiadas dudas e interrogantes, ya Hollywood se dispone a conquistar las taquillas de las salas de cine.
En un temprano intento de dejar sin espacio al razonamiento, la maquinaria de relatos simplificadores se dispone a presentar a pantalla grande su propia historia con villanos totales y salvadores Rambolizados, despojados de matices, de trasfondo y entretelones, porque el ejercicio del pensamiento del público estorba, y se le prefiere adocenado en acrobacias de buenos y malos, blanco y negro.
Desde luego que siguiendo el patrón gubernamental, y su correspondiente censura, puede apostarse a que nada habrá en los guiones de las futuras superproducciones sobre el padrinazgo inicial de la CIA al terrorista ejecutado como de sus vínculos con el clan de los Bush, ni de los cientos de miles de vidas de civiles afganas e iraquíes que bajo el pretexto de su persecución -ocultando los verdaderos intereses- fueron sacrificadas por la maquinaria de guerras invasoras.
¿Qué sería del imperio sin Hollywood?